Exfoliar va más allá de obtener un cutis suave. De hecho es una superestrella de las rutinas de cuidado de la piel, pues debido al envejecimiento y las tensiones ambientales (estrés en su mayoría) que resultan en una acumulación escamosa y apagada; la exfoliación contribuye a una renovación eficiente de la piel y a mantener los poros limpios de sebo y otras impurezas en el ciclo de 28 días.

Si te exfolias todo el cuerpo o por defecto solo el rostro, estos pasos te ayudarán a conseguir una piel perfectamente brillante y saludable:

No. 1:

Aplica sobre la piel húmeda, gel – jabón exfoliante o combina aceites naturales con un poco de azúcar blanca o morena (la que prefieras).

No.2:

Masajea suavemente con movimientos circulares y ascendentes, prestando atención a las zonas ásperas y que tienden a estar más secas (codos, rodillas), deja reposar unos minutos.

No.3:

Aclara con agua tibia para que se abran los poros y después con agua fría para cerrarlos.

No. 4:

Si lo consideras necesario, puedes hacer el tratamiento peeling… Aunque es un método seguro (siempre es recomendable consultar con el dermatólogo sobre su uso). Consiste en utilizar ciertas sustancias químicas (ácido salicílico, mandélico, glicólico) dependiendo del problema de la piel para eliminar las células muertas y por ende algunas imperfecciones, limpiando profundamente y activando la circulación.

No. 5:

Enjuaga totalmente, seca la piel y aplica crema hidratante.

¿El resultado? Si bien con enrojecimiento al principio… Tendrás una piel impecable, con un tono de piel uniforme a medio plazo.

¡OJO! Es muy importante que no lo hagas:

Si tienes algún problema o enfermedad en la piel porque puede empeorar la situación.

Más de 2 veces a la semana; por más que nos guste tener la piel suave, no es recomendable porque se puede irritar, lesionar o tener el efecto contrario.

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