Por Alejandra Collazos
No hay nada más placentero que disfrutar de un verde paisaje, lleno de matices amarillos, limas y rojos, junto con una brisa no muy fuerte pero lo suficientemente refrescante proveniente de la velocidad llevadera de la bicicleta.
La bicicleta es mi mas grande aliado, no solo para mis momentos de soledad sino para sobrepasar todos los días esos jartos trancones y embotellamientos que atormentan a Bogota, una ciudad con distancias exageradas, inundada de personas (pero sobretodo de carros) y estancada en un periodo de 12 años de desastrosas alcaldías.
Llevo más de 3 años desplazándome en bicicleta, lo hago porque me encanta sentirla entre mis piernas, porque hago ejercicio y boto estrés de la rutina del trabajo, y además, porque lo considero el medio más costo-eficiente para desplazarse en una ciudad tan caoticamente exótica como Bogotá.
Vivo en la zona nororiente, trabajo en el centro-occidente (en lenguaje bogotano estamos hablando de miles y miles de manzanas a la redonda), es decir que mi recorrido diario se compone de 16 kilometros por trayecto todos los días.
En carro común podría llegar a demorarme en promedio 1 hora y 15 minutos
En transporte público podría llegar a demorarme en promedio 1 y 30 minutos
En bici: Me demoro 1 hora, quemo calorías, siento el aire libre, despejo mi mente, veo un paisaje increíble, hago visita con mi partner de paseo, disfruto los humedales de bogotá, veo tonos verdes, limas, amarillos y rojos y además redescubro bogotá, una ciudad que simplemente sorprende!