Esta semana el burkini nos sorprendió y deja mucho que pensar…
Durante lo que va del mes dos noticias han dado de que hablar: en primer lugar la imagen de la jugadora egipcia de voleibol de playa con todo su cuerpo cubierto y el evento que se celebró cerca de la ciudad francesa de Marsella como iniciativa de la organización Smile 13: un día de piscina para las mujeres musulmanas.
La polémica radica cuando el primer ministro francés Manuel Valls ratificó su apoyo a la prohibición del burkini en algunas regiones del país, debido a que esta prenda es “incompatible” con los valores franceses de libertad e igualdad; aunque algunos expertos consideran que es un disfraz ante los verdaderos intereses de la burguesía francesa para continuar con la propaganda anti – islamista y evitar alterar el orden público.
Esto, en un contexto de grandes tensiones políticas y además que el primer ministro define el burkini como “un proyecto de contra – sociedad, fundado en el sometimiento de la mujer”.
¿De dónde viene el burkini?
Para empezar, es la craxis entre bikini y burka. Es una prenda de baño que cubre todo el cuerpo y fue diseñada en 2003 por la australiana Aheda Zanetti junto con otra serie de prendas religiosamente correctas para usarlas en el deporte.
La crecida demanda, hizo que marcas cómo Marks & Spencer desarrollaran colecciones de prendas (incluido el burkini) donde solo se expone la cara, las manos y los pies. Ya que, según un estudio del mercado mundial de moda islámica, podría alcanzar más de 320 mil millones de dólares en 2020.
Para algunas casas de moda reconocidas a nivel mundial, este mercado es cada vez más rentable; según el Reporte Global de Economía Islámica 2015 – 2016: “los compradores musulmanes de todo el mundo gastan unos $230 mil millones de dólares en ropa al año y representan el 11% del mercado global, donde Francia está dentro de las 10 naciones del mundo cuyo gasto beneficia a la industria de la moda.”
DKNY, Mango, Tommy Hilfiger y la gigante H&M ofrecen una amplia cantidad de diseños alejados de las posiciones religiosas, sin transmitir algún ideal o apoyar algún estilo de vida en particular.
Organizaciones contra la islamofobia y otras figuras públicas externas se oponen a la medida por ser ridícula y discriminatoria con las mujeres musulmanas.
Aun así, Valls participa en la estigmatización y ya se han multado a diez mujeres que usaban burkini en las playas del sur de Francia…